¿Una sociedad en red o una sociedad enredada?

Por: Carlos Fernando Valencia P*.
El concepto de frontera, definido por Medina García (2006) como un espacio social flexible, cambiante y vinculado a límites simbólicos que a veces no coincide con los límites espaciales o físicos (1), transforma el poder del estado ejercido tradicionalmente por la dominación, en un poder relacional mediado por las estructuras sociales, lo que permite, según plantea Saskia Sassen (2) una evolución permanente de las comunidades limitadas por un territorio geográfico – político hacia ensamblajes globales que han dado lugar a un nuevo concepto: el Estado red.

Con la llegada de las TIC el concepto de territorio muta hacia una nueva acepción, mediada por la creación de comunidades sociales que se mueven a lo largo y ancho de la red. Para los nativos cibernautas, la sociedad red es su nuevo hogar, un mundo fascinante, lleno de nodos interconectados con múltiples caminos de acuerdo a sus preferencias, gustos, ideales y por qué no, sus ansias de poder; pero para muchos otros, este nuevo concepto de sociedad los excluye por su desconocimiento y les fragmenta su capacidad de participación por la desigualdad en el acceso a las nuevas tecnologías.

El estado y la infocracia
Hemos comentado que con la llegada de las TIC los estados reconfiguran el concepto de territorio y democracia, al crear fronteras virtuales (trasnacionales), que van más allá de las fronteras geográficas tradicionales y que están marcadas por aspectos culturales o simbólicos y establecen múltiples posibilidades de relación, comunicación y participación de los ciudadanos en la construcción de la sociedad. Sin embargo aún existen limitaciones que debemos analizar y que son definidas por Joan Subirats (3) de forma precisa: la falta de participación ciudadana en los procesos democráticos y de decisión pública; la desigualdad en el acceso técnico a las TIC y la falta de preparación ciudadana para usar las nuevas plataformas.

Es claro que el estado colombiano, por ejemplo, debe fortalecer la estructura tecnológica para facilitar el acceso a Internet en los lugares más recónditos del país y a la vez preparar a los ciudadanos para el aprovechamiento y buen uso de la tecnología. Pero aún se evidencia un alto grado de analfabetismo digital, fundamentado en las dificultades técnicas de acceso a la red y el bajo nivel educativo de las comunidades más apartadas. Por eso, si el gobierno quiere llegar a un estado infocrático que reduzca la brecha digital y democratice los procesos, debe buscar no sólo la creación de una identidad legitimadora, desde las instituciones públicas, sino una identidad de proyecto, en la que se reivindiquen las formas y movimientos culturales que construyen país y le dan sentido a su vida, como plantea Castells.    

El consumidor en red
El profesor de informática y periodismo interactivo de la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela, Fernando Núñez (4), argumenta que “el 71% de los cibernautas latinoamericanos dice pertenecer al menos a una red social y el 50% de esos usuarios usa algún tipo de aplicación 2.0; y en el caso de Europa, no podemos olvidar que en los atentados de Madrid y Londres en 2004 y 2005 respectivamente, ante el silencio de los grandes medios, las primeras imágenes de los sucesos aparecieron en blogs personales tomadas con celulares”.

Lo anterior afirma el poder que pueden ejercer las redes sociales sobre la opinión pública de un país y cómo el trabajo colaborativo en red puede descentralizar el poder de un estado. El ciudadano ya no es sólo audiencia, se convierte en un actor social activo que produce e intercambia contenidos en una sociedad global que trasciende la estabilidad institucional.

Hay entonces una estrecha relación entre poder, Estado y sociedad global mediada por las TIC, que debe ser aprovechada por el gobierno, para construir relaciones de poder que legitimen una nueva estructura social flexible y adaptable, constructora de redes activas y conectadas en nodos que permitan la participación ciudadana en la toma de decisiones, refuerce la capacidad de respuesta, control y transparencia de los procesos públicos y escuche la pluralidad de voces provenientes de las regiones más apartadas del país.

Es necesario consolidar un trabajo en red, que fortalezca la infocracia y debilite el poder de algunos partidos políticos enquistados desde hace años en labores burocráticas; labores que se ponen a la orden del día, cada que se acercan las elecciones, con el simple pero peligroso objetivo de cautivar votantes, para después olvidarlos por cuatro años más.

Cibergrafía
(1) Citado en el texto “Una aproximación al concepto de frontera virtual. Identidades y espacios de comunicación” – García Jiménez, Antonio; Beltrán Orenes, Pilar y Nuñez Puente, Sonia.

(2) Ibídem.

(3) Texto “Innovación democrática y TIC” – Subirats, Joan.

(4) “El ciudadano: nuevo protagonista de la comunicación masiva” - Núñez Noda, Fernando, 2009. www.contenidodigital.com/ic.pdf o http://www.comdig.web.ve/

-La ciencia de las redes, Jorge E. Miceli, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
-La ciencia de las redes, José Luis Molina, Universidad Autónoma de Barcelona, España.

* Comunicador Social y estudiante de primer año de la Maestría en Comunicación Digital de la Universidad Pontificia Bolivariana Seccional Medellín, agosto de 2011. El presente texto fue elaborado, escrito y publicado en el curso "Nuevas Formas de Comunicación" que hace parte del pénsum de dicha Maestría. Derechos reservados de autor.

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